domingo, 9 de junio de 2013

Evolución poética






La poesía de la Generación de 1916 está dominada por la figura de Juan Ramón Jiménez que, con su magisterio, preside los rumbos de la creación de su tiempo. Son los años en que se produce la progresiva introducción del Modernismo, lo que Pedro Salinas sintetizó con su célebre frase "del cisne al búho", de la exquisitez sensorial a una lírica más reflexiva e intelectual. Se produce un cansancio de lo esplendores del Modernismo y- siguiendo las preferencias estéticas del Novecentismo- se tiende a una depuración estilística en que se eliminan sus excesos verbales.

TRAYECTORIA POÉTICA

En Juan Ramón siempre está presente una permanente inquietud en la búsqueda de la palabra poética más adecuada. Es de sobra conocido que vivía aislado en un mundo de soledad, aislado y dedicado por completo a su Obra, de manera que nada lo distrajese de su función creativa. La crítica siempre señala que vivía encerrado en su "torre de marfil" y despegado de cualquier preocupación mundana de orden material. Decís: "Yo tengo escondida en mi casa, por su gusto y el mío, a la Poesía. Y nuestra relación es la de los apasionados".

Cultivó deliberadamente una poesía dedicada "A la minoría, siempre" (frente a la dedicatoria de Antonio Machado: "A la inmensa mayoría"). Su complejidad y hermetismo se fue acentuando con el tiempo, a medida que iba variando su concepto de poesía.

 Siempre que se habla  de la poesía de Juan Ramón Jiménez, se toma como punto de referencia este poema:

Vino, primero, pura
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
...Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda...
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
                   Eternidades (1917).

   En él podemos ver reflejadas las etapas en que se suele dividir la poesía de este autor: etapa sensitiva, etapa intelectual y etapa verdadera.

La ETAPA SENSITIVA (1898-1915) está marcada por la influencia de sus lecturas:  el Romanticismo y Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo.  Dominan las descripciones del paisaje, los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color, los recuerdos y ensueños amorosos. Es una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través del perfeccionismo de la estructura formal. 

La ETAPA INTELECTUAL(1916-1936):  Comienza con el viaje en barco a América para casarse con Zenobia. Fruto de ello es el libro Diario de un poeta reciencasado. Supone el abandono de los metros, las formas y los temas del Modernismo y el paso a una nueva poesía, la poesía pura. El mar es ya un motivo que simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se inicia, asimismo, una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia. En su deseo de salvarse ante la muerte se esfuerza por alcanzar la eternidad a través de la belleza y la depuración poética.

La ETAPA SUFICIENTE O VERDADERA (1937-1958): comprende todo lo escrito durante su exilio americano, tras abandonar España al comienzo de la Guerra Civil.


Su concepto de poesía se traduce en una constante búsqueda:
  • En primer lugar, búsqueda de la BELLEZA, goce de lo bello. 
  • Pero también es una FORMA DE CONOCIMIENTO, de búsqueda de la esencia de las cosas, lo que es más perceptible a partir de 1916, coincidiendo con la llamada etapa intelectual.
Intelijencia, dame
el nombre esacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas! 
  • Su poesía es también un ansia de ETERNIDAD, concebida como posesión inabarcable de Belleza y Verdad. De ahí su preocupación por la fugacidad de las cosas, o su especial idea de Dios, a quien identifica con la naturaleza o con la Belleza absoluta o con la propia conciencia creadora.


                     


Textos comentados de la Segunda Antología